Hoy se ha publicado nuestra nueva colaboración con el periódico de La Voz de Galicia, donde explicamos en qué consiste la presión social y cómo nos influye en nuestras decisiones.
Podéis leerlo aquí, o continuar en el blog con el artículo un poco más extendido.
Desde hace un tiempo, cada vez son más las personas y las asociaciones que deciden participar en una campaña de recogida de firmas, o iniciar la suya propia. La temática suele ser variada, pero principalmente destacan aquellas relacionadas con los derechos de las personas (salud, vivienda o educación, por ejemplo), en defensa de los animales o en contra de determinados abusos de poder.
¿Realmente son efectivas? Depende. Como fin en sí mismas podríamos decir que no, ya que en la mayor parte de los casos no se consigue lo que se pide, bien por no tener validez legal, bien porque no resultan lo suficientemente interesantes como para que la gente las apoye.
Y ahí, en ese apoyo social, es dónde realmente radica su poder: el que una campaña de firmas se vuelva mediática y consiga generar la suficiente presión social como para ser tenida en cuenta, como para lograr que un gran número de personas se identifique con lo que se está reclamando, como parte de ese objetivo, como si fuera su propia causa.
Los seres humanos queremos, necesitamos formar parte de un grupo y obtener su aprobación para sentirnos bien con nosotros mismos. Es por eso que nos afecta tanto la presión del grupo. Queremos tanto ser aceptados por aquellas personas que consideramos iguales a nosotros, que tomamos su modelo de comportamiento como nuestro.
Si creemos que alguien es similar a nosotros, nos identificamos con una persona o creemos en algo que podría ser una parte importante de nuestra vida, no vamos a dudar en unirnos a su forma de pensar, a sus dudas o quejas, a darle nuestro apoyo?, ya que es lo más lógico si somos parte del mismo grupo. Si pensásemos de una forma diferente y nuestros intereses no fuesen similares, no tendría sentido que formásemos parte de una misma Asociación o Plataforma.
Así, de unos pocos individuos que promueven una campaña de petición de firmas sobre una causa, pasamos a una pequeña masa, y después a una gran masa de personas apoyando una misma causa, ya sea con mayor o menor razón, ya que, entre otras cosas, debido a la presión de grupo pueden hacer que dudemos de nosotros mismos y que nos sintamos fuera de dicho grupo si no acabamos aceptando la misma opinión y causa.
Existen muchos experimentos que analizan la influencia de la presión social en la toma de decisiones, aunque sin duda uno de los más destacados es el de la Conformidad de Asch (1953).
En él, se pedía a cada participante que por turnos respondiese a una serie de preguntas, como qué línea era más larga. En el grupo de control, donde no existía la presión de grupo, todo el mundo respondió correctamente. Sin embargo, en los otros grupos, al estar rodeados de personas que ofrecen respuestas erróneas, más del 75% de los sujetos dieron una respuesta incorrecta también, aún sabiendo que no era la correcta, demostrando la influencia de la presión del grupo.
En definitiva, nos cuesta mucho apartarnos de la mayoría, queremos encajar, formar parte del grupo. Por sentirnos queridos y aceptados, tendemos a dejar de hacer lo que pensamos o sentimos, para agradar al grupo. Esto explicaría la aparición de determinados movimientos sociales, las modas o fenómenos como el Bullying (acoso escolar).
Por supuesto, siempre existen personas que se enfrentan a la mayoría, que siguen defendiendo sus ideas y opiniones aún sabiendo que se pueden quedar aisladas o ser consideradas como «ovejas negras». Estamos hablando de personas con una gran seguridad en sí mismas y es precisamente su fuerte autoestima lo que les permite seguir adelante en sus ideas, acciones o emociones.
Y tú, ¿sigues a la mayoría o defiendes tus ideas? ¿Crees que tienes una buena autoestima?
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