duelo

Es probable que ya te hayas enfrentado a la muerte de un ser querido, y que por lo tanto sepas por experiencia propia que es uno de los momentos más duros que vivimos los seres humanos. Sin embargo, y a pesar de que la muerte es inevitable, nadie nos prepara para enfrentarnos a ella, ni a la de los demás, ni a la nuestra propia.

Hablar de la muerte sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad, queremos ser eternamente jóvenes y en cierto modo olvidamos que a todos nos llega nuestro final. Nos produce miedo, confusión y rechazo, por lo que tendemos a reprimir lo que sentimos y pensamos sobre la muerte.

¿Qué es?

En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor es TOTAL: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, presente y especialmente el futuro. Toda la vida en su conjunto, duele. Montoya Carrasquilla.

El duelo es un proceso psicológico normal, una reacción adaptativa (no una enfermedad) que nos permite asumir la pérdida y aceptar la nueva realidad, esa en la que nuestro ser querido ya no está.

Es como si nos arrancasen una parte de nosotros y ya no somos las mismas personas, ni nuestro mundo sigue siendo el mismo, debemos aprender a vivir de nuevo en él, debemos reconstruirnos. El duelo son todos los sentimientos, conductas y pensamientos relacionados con esta pérdida y nuestra «reconstrucción».

Puede ser que recurramos a la medicación para aliviar el dolor o algunos de los síntomas del duelo (insomnio, ansiedad). Sin embargo, el alivio será momentáneo y el hecho de reprimir nuestras emociones con medicación, solamente hará que este proceso sea más lento, ya que el duelo duele, y este dolor es inevitable.

La intensidad y duración de este dolor es diferente en cada persona y depende de muchos factores (tipo de muerte, edad de la persona fallecida…). El duelo suele durar entre 1-3 años, pero repito que es un proceso único y variable en cada persona. Durante este tiempo aprenderemos de la pérdida, le buscaremos un significado y terminaremos aceptando la «presencia de la ausencia«.

Cuando somos capaces de recordar a la persona fallecida sin que nos cause dolor y nos centramos en nuestro presente y futuro, podríamos asumir que el duelo se ha «terminado». Con esto no quiero decir que hayamos olvidado a nuestro ser querido, ya que la muerte no le pone un fin a las relaciones (no se dice adiós), las transforma. Así, esta persona ocupará un nuevo sitio en nuestra vida emocional, permitiéndonos continuar en el mundo de forma eficaz.

Aunque es un proceso normal y no una enfermedad, a veces se acude a consulta para elaborar mejor el duelo, dejándonos acompañar por un psicólogo que nos guíe en las distintas fases y tareas, favoreciendo que expresemos nuestros sentimientos y pensamientos adecuadamente.

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¿Qué se siente en un duelo «normal»?

En el duelo normal, los sentimientos y pensamientos son parecidos a los de una depresión, pero no son lo mismo. 

  • mezcla de sentimientos:  tristeza, enfadado, culpabilidad, desesperanza…
  • pensamientos relacionados con la muerte, el suicidio y dudas sobre nuestra existencia
  • nos sentimos sin energía, con ansiedad, opresión en el estómago y pecho, y con sensaciones de «presencia» del fallecido
  •  hay alteraciones del sueño y nuestro apetito también se resiente
  • tendemos al aislamiento social y a la dejadez de las actividades cotidianas
  • buscamos constantemente a la persona fallecida: acudiendo al cementerio, a sus sitios favoritos… etc.

Fases del duelo

Aunque la pérdida de un ser querido es un acontecimiento que no puede escogerse, la elaboración del duelo es un proceso activo de afrontamiento lleno de posibilidades. Thomas Attig

Muchas persona creen que en el duelo hay poco que hacer, solamente esperar a que el tiempo pase, dejarse llevar por el dolor. Sin embargo elaboraremos mejor el duelo si nos consideramos activos, si lo entendemos como un proceso  lleno de elecciones, de caminos o posibilidades que podemos aceptar o descartar, seguir o evitar. Una tarea fundamental de este proceso es la de «volver a aprender cómo es el mundo», un mundo que la pérdida ha transformado para siempre.

En este proceso, pasamos por varias fases, de duración indeterminada y variable según la persona. A veces estas fases se superponen y en cada una, deberemos realizar una serie de tareas o desafíos que nos ayudarán a aceptar y aprender de nuestra pérdida.

Evitación

Nos encontramos desorientados y confusos. Nos negamos a aceptar lo ocurrido, por lo que es probable que nos aislemos de nuestro entorno, que tengamos pensamientos del tipo «pero si hace unas horas estaba bien» , «no puede ser cierto«, e incluso que nos cueste realizar tareas cotidianas como hacer la compra.

Gracias a los rituales (como el funeral o ir al cementerio), que nos van ayudando a ser conscientes de la pérdida, nuestras emociones se van alternando; desde el enfado, resentimiento y negación, con llantos desconsolados. Así, de forma gradual nos vamos acostumbrando a la pérdida y nos planteamos el futuro sin nuestro ser querido.

Asimilación

Una vez superadas la ira y el resentimiento, se abre paso el dolor, la tristeza, ansiedad o incluso puede que sintamos entre nosotros a la persona fallecida. Es muy común «ver» a la persona que ya no está e incluso que nos transmita algún mensaje del tipo que «todo irá bien«. No deberíamos preocuparnos, ya que estas experiencias son frecuentes y nos ayudan a elaborar el duelo.

Solemos prestar menos atención a actividades que antes hacíamos, nuestro sueño y el apetito también están alterados y comenzamos a plantearnos cómo seguir viviendo sin nuestro ser querido.

Acomodación

La fase anterior, de dolor, puede durar meses o años, según la persona. Cuando va disminuyendo, comenzamos a preguntarnos, «¿y ahora qué?». Vamos recuperando el sueño, el apetito, nuestros hábitos, etc. Podría decirse que ya intentamos establecer un equilibrio entre nuestro pasado y el futuro, empezamos a reconstruirnos, a reajustarnos.

Para elaborar de forma adecuada el duelo es importante alternar los momentos de tristeza, ansiedad, y nuestras reflexiones sobre los recuerdos, con la realización de nuestras actividades (ya sea el trabajo, actividades domésticas u ociosas). No solamente porque nos aleja de la sensación de que nos estamos «dejando llevar», si no que nos permiten descansar un poco de la angustia que acompaña el duelo.

El tiempo que dediquemos a «sentir» y a «hacer» dependerá de nosotros y del tipo de relación que teníamos con la persona fallecida.

Algunas recomendaciones 

  • Rituales: los rituales nos permiten conectar con la realidad de la pérdida. El funeral, las visitas al cementerio, escribir una carta a la persona que no está.. Todas estas formas de expresar nuestros sentimientos serán beneficiosas. Permítete un espacio para sentir este dolor y la ausencia.
  • Acepta lo que sientes: en cada fase sentirás sentimientos diferentes (ira, culpa, tristeza…). Para poder elaborar el duelo de forma adecuada, permítete sentir, aunque duela, aunque nos asuste y nos sintamos abrumados por momentos.
  • Habla: exprésate cuanto haga falta, con tus amigos más cercanos, familia o en algún grupo de duelo. Sobre los sentimientos, recuerdos, la muerte, sobre lo que necesites hablar.
  • Cuídate: aunque pueda parecer una tontería, debemos intentar mantener unos hábitos adecuados comiendo bien, durmiendo adecuadamente y haciendo ejercicio. Es importante seguir sano para poder enfrentarse al día a día.
  • No te apures y ten paciencia contigo mismo.

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Para terminar os dejo un vídeo muy interesante sobre un grupo de duelo.

 

5 comentarios
  1. Me ha gustado mucho el post, muchas gracias!

  2. La pérdida de un ser querido es algo complicado y que durante mucho tiempo vamos a tener que trabajar sobre ello para volver a sentirnos bien. Es importante que tengamos la ayuda de profesionales porque estos nos ayudarán a sanar mejor. Gracias por el post.

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