Consecuencia de la contaminación acústica que afecta a más personas.
Los ruidos constantes impiden, además de que nuestros oídos descansen (recordemos, particularmente importante tras una exposición a un ruido intenso), que escuchemos bien el mensaje que se nos está transmitiendo, que tengamos que elevar nosotros la voz, que atendamos a una tarea y, sobre todo, que tengamos un sueño reparador.
Cabe mencionar, además, la especial sensibilidad de algunas personas a los ruidos (conocida como “hiperacusia”), en cuyo caso el estrés es mayor, como puede ser el caso de personas con Trastorno del Espectro Autista.
Deja una respuesta