Ansiedad: miedo al miedo


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Miedo a hablar en público, miedo a los espacios pequeños, miedo a estar solo. Miedo a estar en la calle, miedo a los espacios abiertos. Miedo a aquellas situaciones en las que no puedes controlar lo que te pueda pasar. Miedo a equivocarte. Miedo…

 

Cuando hablamos de ansiedad debemos hablar también de miedo, eso que se esconde bajo tu pulso acelerado, tus sudores, temblores de piernas, dolor de estómago  o pensamientos de lo más variopintos y generalmente catastróficos.

Aunque pueda parecerte raro, son estos propios síntomas de la ansiedad los que la generan. Nuestro miedo a tener ansiedad nos genera más ansiedad, el miedo a tener miedo la provoca. Y así una y otra vez, un bucle que parece no tener fin.

Este temor que tienes limita cada vez más tu vida, ya que aunque al principio lo que te generaba ansiedad era por ejemplo, permanecer en un coche durante un atasco, poco a poco fue apareciendo en el ascensor, en el teatro, el cine, una cafetería… Quizá también en el centro comercial, y así una larga lista de situaciones en las que aparece el malestar y que has comenzado a evitar y dejar de hacer para que no te ocurra lo mismo.

Además a esta larga lista de temores, emociones, pensamientos y conductas de evitación y huida, también debemos añadir la impotencia y frustración del que tiene la certeza de que esa no es la vida que quiere y ya no sabe qué hacer para cambiarlo.

Quizá lleves así tantos años que ni recuerdes cuando empezaste realmente a sentirse ansioso. De hecho es muy común asociar este malestar que se sufre al contexto donde se produce y generalmente no tiene nada que ver. Si buscamos razones, causas y usamos la lógica, no encontraremos nada objetivamente peligroso que justifique nuestro malestar.

 

¿Qué se siente? Algunos síntomas de la ansiedad

Los síntomas de la ansiedad son muy diversos y en cada persona se manifestarán de forma diferente (y no todos):

  • aceleración pulso
  • baja tensión o desmayo
  • opresión en el pecho y sensación de falta de aire
  • hiperventilación
  • dificultad para tragar y sequedad de la boca
  • molestias gastrointestinales: diarrea, gases, dolor de estómago, náuseas..
  • ganas de orinar frecuentes
  • sudoración
  • temblores y hormigueos
  • insomnio
  • dolores musculares
  • pensamientos e imágenes negativas
  • temor anticipatorio y excesiva preocupación
  • sentimientos de minusvalía

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¿Cómo se mantiene la ansiedad?

Como decía, bajo la ansiedad se esconde el miedo, el miedo como reacción natural de todos los seres, es nuestro instinto de supervivencia. Así, si vemos un oso, es normal que nuestro pulso se acelere, sudemos, pensemos que vamos a morir y pongamos todo nuestro empeño en huir y evitar un ataque, es una situación objetivamente peligrosa para todos.

Pero cuando no existe un peligro evidente para cualquier persona, lo único que lo indica para quien lo siente, son los propios síntomas. Síntomas que producen cambios en la persona como en la situación anterior del oso y que nos llevan a esta huida y evitación (no salir de casa, no subir en ascensores, evitar centros comerciales… etc.). Al huir y evitar estas situaciones, conseguimos aliviar rápidamente nuestra ansiedad, nos sentimos seguros y a salvo. Por lo que reforzamos la asociación entre determinadas situaciones con peligro, y la huida o evitación con la seguridad.

Estoy segura de que cuentas con un fiel ayudante antes estas situaciones, un familiar o amigo, al que le has hablado de tus miedos y es quien te «salva» si crees que estás en peligro, aliviando así tu ansiedad en su presencia. Pero cuando esta persona no está, de nuevo todos tus temores se disparan, y con ellos, tu ansiedad.

Quizá hayas recurrido a la medicación, y aunque en un principio te pareciese que ya estabas bien, un día te olvidaste la pastilla, y ahí estaba de nuevo tu ansiedad, en una situación totalmente nueva, no era solamente en el coche ni en el teatro, te ocurría en cualquier sitio, ¡un descontrol total!

Es decir, como hemos visto otra veces, todos nuestros intentos de solución forman parte del problema, la evitación y nuestros mecanismos de seguridad (los «ayudantes», pastillas…) la alivian momentáneamente y la refuerzan.

 

¿Cuándo aparece? Estrés y trastornos de la ansiedad

La ansiedad puede aparecer en momentos puntuales de nuestra vida cuando estamos sometidos a mucha presión (exámenes, mucho trabajo…), cambios significativos (rupturas, fallecimientos, mudanza..) , «acompañando» a otras enfermedades o en momentos agradables como en el nacimiento de un hijo o cuando nos enamoramos.

A veces es productiva, ya que nos hace estar alertas y nos mantiene más activos, por lo que rendiremos mejor. Sin embargo cuando la ansiedad se mantiene durante mucho tiempo comenzamos a sufrir las consecuencias, tanto a nivel físico como mental, lo que se conoce como estrés.

Las reacciones que tengamos ante nuestra ansiedad podrán llevarnos a desarrollar algún trastorno ansioso, ya que como os comentaba antes, aprendemos y asociamos la seguridad y la inseguridad de forma totalmente arbitraria, entrando así en el círculo vicioso de la ansiedad.

Los trastornos de ansiedad más frecuentes son:

  • trastorno de pánico: es la ansiedad en su máxima expresión, de forma repentina y en los que la persona cree que va a morir
  • trastorno obsesivo – compulsivo (TOC): pensamientos obsesivos que generan ansiedad y conductas compulsivas para aliviarlas. Puedes leer más sobre el  TOC aquí
  • fobia social (o trastorno de ansiedad social) y fobias específicas
  • trastornos de ansiedad generalizada (TAG): ansiedad y preocupación excesiva por todo

 

Los trastornos de ansiedad son muy frecuentes y tienen solución. Si estás sufriendo, acude a un psicólogo para que te ayude a tomar el control de tu vida y enfrentarte al miedo.

 

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Algunos consejos para superar la ansiedad

  • Recuerda: todo lo que sientes es una exageración de las de las reacciones corporales normales debido a la ansiedad, no son peligrosas. No sucederá nada peor, no te vas a morir
  • Intenta centrarte en el ahora, sin anticiparte a lo que vendrá o que podría pasar
  • Enfréntate a aquellas situaciones que disparan tu ansiedad
  • No huyas cuando aparezca el malestar, verás como si permaneces el tiempo necesario, tu malestar se va reduciendo. Dale tiempo al miedo a que se vaya
  • Deja a un lado a tus «ayudantes», cada vez que les pides ayuda alimentas tu malestar
  • No hables con nadie sobre lo que te ocurre hasta la hora de la cena por ejemplo y dedícale 10′ a hablar de ello sin que nadie te interrumpa o te aconseje.
  • Realiza alguna actividad que te relaje y te haga disfrutar
  • Ignora a tu Pepito Grillo o a la «Fastidiosa ansiedad» (como si fuese un personaje), esa vocecita buscar sacar lo peor de ti, con sus pensamientos obsesivos, sus fatídicas ideas y a quién le encanta molestarte.
  • Un rato al día, reúnete con tu «Fastidiosa Ansiedad» y escríbele todo lo que quisieras poder decirle, desahógate.
  • Piensa todo lo que podrías hacer (o dejar de hacer), pensar (o no pensar) para empeorar aún más tu situación, imagínatelo y anótalo en un cuaderno

 

 

 

Si queréis conocer un poquito más, os dejo un documental sobre la ansiedad con experiencias narradas por las propias personas que la sufren

 

 

 

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